” La comida es inocente hasta que se demuestre lo contrario”
En mi consulta diaria, es frecuente escuchar a mis pacientes decir que no toleran ciertos alimentos, y cuando profundizo en a qué se refieren, he podido notar que la mayoría menciona los mismos alimentos: lácteos, gluten, carnes rojas y grasas. Sus expresiones son “la leche me cae mal”, “no tolero las harinas”, “las carnes rojas me hinchan…” etc. Es particularmente frecuente en personas que transitan por un trastorno de alimentación, dietantes crónicos y aquellos que no tienen una relación sana con la comida.
La cultura de dietas ha satanizado a los mencionados grupos de alimentos (lácteos, gluten, carnes rojas y grasas, entre otros), logrando que se internalice de tal forma el mensaje, que muchas personas son capaces de padecer los síntomas de intolerancias reales (objetivas), sin tener una causa orgánica. Esas reacciones que no pueden ser médicamente explicadas, son llamadas intolerancias condicionadas o subjetivas. Pero primero definamos cuál es la diferencia entre una intolerancia real a otra condicionada.
Intolerancia objetiva o real: Se da cuando la persona tiene síntomas producto de una predisposición genética, o porque su cuerpo sufre una condición o enfermedad que esté generando esa intolerancia, en fin, en ambos casos los síntomas se presentan de modo objetivo, porque existe una causa clínica que la esté generando. Estas manifestaciones son varias, las más comunes son los síntomas digestivos (distensión abdominal, diarreas, etc.).
Como nutricionistas especializados en trastornos alimentarios, debemos conocer las causas de estos trastornos para poder clasificarlos según su origen, en intolerancias reales, de origen primario o secundario.
- Intolerancia alimentaria real primaria: Son reacciones adversas, sintomáticas, o asintomáticas, en las cuales el cuerpo no es capaz de tolerar orgánicamente cierto alimento, pues carece de las enzimas que ayudan a digerirlo. Estas pueden ser hereditarias o congénitas y son independientes del estado de salud de la persona. Por ejemplo: es posible tener una reacción a la lactosa, pues se tiene una deficiencia de la enzima lactasa. O gracias a una alteración de origen inmunológico que puede generar la intolerancia al gluten.
Es Importante resaltar, que por ejemplo, la intolerancia a la lactosa puede ser de forma parcial o total, es decir, las personas pueden tener diferentes niveles de tolerancia al alimento.
- Intolerancia alimentaria real secundaria: Este tipo de trastornos se presentan cuando la persona tiene síntomas digestivos, pero son causados como secuelas de otras enfermedades, como la desnutrición, las enfermedades inflamatorias intestinales, o las infecciones digestivas, etc. Esta variable implica la aparición de síntomas clínicos tras la ingestión de un alimento determinado, pero está relacionado con las características particulares de ese individuo.
Por otra parte, nos encontramos que la Intolerancia subjetiva o condicionada, ocurre cuando una persona no tiene una causa orgánica o médica explicable, pero igualmente padece los síntomas o malestares. Esto ocurre porque existe una causa externa.
Las intolerancias condicionadas pueden ser generadas por diversas razones, por ejemplo, en los niños con AIRFD (niños con trastornos de alimentación tipo evitativo-restrictivo) producido por un ahogamiento con determinado alimento, o por asociación con un momento en sus vidas, estos eventos traumáticos, pueden condicionar al cuerpo a rechazar ciertos alimentos que la mente asocia con hechos desagradables.
Wendy Buss, autora de La definición de sensibilidad alimentaria y trampa de evitación, explica como nuestro sistema límbico, a nivel cerebral, se vuelve hipervigilante, haciendo que el organismo reaccione de modo exagerado a la comida. Esta reacción fue aprendida de manera inconsciente y automática por el cerebro, produciendo las sensaciones físicas médicamente inexplicables. En este caso, el alimento se convierte en una señal de amenaza percibida, conllevando a la evitación del mismo. Se refuerza la asociación del pensamiento repetitivo (miedo) ante los síntomas y el alimento, reforzando cada vez más la vigilancia, el miedo y la evitación.
Cómo les comentaba al principio, usualmente los alimentos que muchas personas no toleran son los lácteos, las harinas, o alimentos ricos en grasas, como las carnes de vacuno, frutos secos, leche entera, etc. Estos son los que la cultura de dieta se ha encargado de satanizar por asociarlos al aumento de peso; por lo tanto, ese temor potente puede convertirse en una intolerancia condicionada.
INTOLERANCIA ALIMENTARIA EN LOS TCA
En las personas con TCA muchas veces estas intolerancias son reales y de tipo secundario, pues están relacionadas con la restricción de nutrientes, de energía o a los atracones, pero por supuesto esto no quiere decir que no puedan presentar intolerancias primarias.
La deficiencia de nutrientes en el cuerpo puede ocasionar:
- Atrofia de vellosidades intestinales, por lo tanto, se ve afectada la digestión de los alimentos.
- Inhibición de la lactasa, enzima que digiere la lactosa.
- Alteración de la microbiota intestinal.
Buenas noticias para tratar las intolerancias condicionadas
El punto positivo es que las intolerancias condicionadas pueden ser totalmente tratables. Es un proceso que lleva un tiempo, pero nuestro cerebro es neuroplástico, por lo cual es capaz de cambiar y amoldarse a tomar el otro camino, siempre es ideal que esta transformación sea dirigida por un nutricionista especializado.
Para iniciar esté proceso recomiendo lo siguiente:
- Estar seguro de que se padece una intolerancia condicionada o no real, para ello es imprescindible que se acuda a un nutricionista especializado y algún médico gastroenterólogo/digestivo, para que realice todos los estudios necesarios, a fin de comprobar que objetivamente no existe alguna intolerancia.
Es posible conseguir algunos profesionales que, sin hacer las pruebas médicas pertinentes, recomiendan la eliminación de algún alimento para saber cuál es la reacción; esto no es recomendable, siempre es mejor tomar decisiones basadas en diagnósticos médicos reales. - Tener cuidado con algunos sitios comerciales (especialmente herbolarios) que ofrecen hacer una prueba de intolerancia y alergias, solo para indicar alguna dieta. Esas pruebas no tienen ningún basamento científico. Por lo cual siempre recomendamos ver a un médico especializado.
- Es importante dejar de escuchar mensajes que afianzan el pensamiento negativo sobre ciertos alimentos. Es mejor limitar la exposición a mensajes temerosos, que crean desconfianza entre los síntomas corporales y el alimento, pues únicamente refuerzan los pensamientos inconscientes.
- Recomiendo hacer una limpieza de las redes sociales, eliminando todas las cuentas relacionadas con la cultura de dietas, teniendo especial cuidado con cuentas engañosas de profesionales de la nutrición que promueven la eliminación innecesaria de alimentos.
- Hay que reemplazar los pensamientos automáticos condicionados, con pensamientos positivos, u otras actividades que generen placer.
- Aprender las técnicas de alimentación con consciencia y atención plena, son excelentes para conectar de una nueva forma con el alimento. Experimentando su sabor, olor, textura, disfrutándolo con todos los sentidos.
- Probar sin miedo el o los alimentos en cuestión, comenzando por aquellos que se toleran mejor. Para ello, es recomendable buscar un espacio cómodo y placentero, realizar antes respiraciones suaves y lentas.
- Si se presenta ansiedad, se recomienda comenzar de nuevo con las respiraciones suaves y lentas, y recordar al cerebro que ese alimento es seguro.
- La continuidad logrará crear la confianza de consumir ese alimento, por lo cual se recomienda intentarlo cuantas veces sea necesario, pues solo así se logrará que se eliminen los síntomas adversos y se pueda comenzar a disfrutar plenamente de una alimentación intuitiva.
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